¿Quién dijo que el futuro iba a ser fácil? Basta con abrir Twitter para darse cuenta de que no es así: una tormenta de mensajes, opiniones contrapuestas y “no te pierdas el trending topic del momento”. Sucede lo mismo al escuchar las noticias, donde nada es lo que parece y cuesta saber lo qué es verdad y lo qué no. ¿Y si decidimos desconectar con una nueva serie de Netflix? Tampoco. Hay tantas opciones que estamos más tiempo eligiendo que viendo el capítulo en cuestión. Y luego llega la pandemia y nos sentimos confundidos entre las etapas, los cambios de criterio y la adaptación a la nueva normalidad.
Ante este contexto de crisis e incertidumbre no es de extrañar que necesitemos, cada vez más, certezas. Buscamos sin descanso una cierta estabilidad mental e incluso algo que nos ilusione cuando pensemos en el futuro cercano. Por eso comienza a haber un consenso en exigirle más a los agentes públicos, las compañías y por consecuencia, a las marcas: mayor transparencia, más responsabilidad y, por qué no decirlo, un poco de empatía.
Si ya era una tendencia creciente en el mundo de la comunicación, el diseño minimalista es ahora más relevante que nunca. Nos sentimos cómodos cuando vemos orden en las estructuras, cuando los materiales utilizados en el diseño son sostenibles y de calidad, cuando menos es más. Lo mismo sucede con los discursos. Minimizar nuestra atención nos alivia mentalmente y, por eso, preferimos mensajes concisos y directos a la palabrería publicitaria.
Dicho esto, y debido a la expansión del digital en nuestras vidas, muchas marcas se han apoyado en el diseño y minimalismo para primar el servicio y la utilidad sobre la construcción de una identidad propia. Por eso a veces nos resulta complicado diferenciar a unas de las otras. Buscábamos empresas cercanas y conscientes, pero encontramos marcas que se diluyen en su similitud. De nuevo nos invade la confusión ¡qué paradoja!
Por eso es interesante fijarnos en los intereses de los jóvenes que, generación tras generación, intentan diferenciarse de la masa buscando nuevos referentes, iconos, diseños e imágenes que les hagan destacar. Para muchos de ellos, el minimalismo significa uniformidad y por eso buscan vías de escape fuera de la norma.
Es aquí cuando encontramos tendencias poco normativas que van tomando fuerza y que nos remiten a un universo surrealista y distópico. Elementos complejos que juegan con las sensaciones, generan tensión visual e incomodan. Al final el objetivo se trata de no pasar inadvertido y construir un espacio propio.
Un buen ejemplo sería la última campaña de la marca de gafas etnia Barcelona con el artista Ignasi Monreal que combina en su diseño surrealismo, clasicismo y fantasía.
De hecho, si hablamos de comunicación son las marcas de moda como Loewe o Balenciaga, las que ya han incorporado esta nueva tendencia de diseño a su estrategia. A pesar de su larga historia, han conseguido acercarse a los jóvenes y transformar sus marcas a través de sus colecciones cápsula para convertirse en aliados de iconos pop como el trapero Bad Bunny.
Incluso si revisamos las últimas piezas de comunicación de Apple, el gran icono de diseño de la simplicidad, vemos cómo también está integrando estos cambios. Para el anuncio de Navidad del Homepod mini ha creado un universo marcado por el surrealismo mágico, muy alejado de la estética tradicional navideña y la pureza de la marca.
https://www.youtube.com/watch?v=w5ftzLkhw3Y&feature=emb_title
Diseño y Minimalismo Vs Surrealismo, Sencillez Vs Distopía.
¿Cómo podemos balancear estas dos fuerzas para crear una comunicación relevante?
¿Puede una marca combinar ambos mundos?
Hasta el momento las compañías de moda, dónde prima la actitud y la personalidad, son las que han sabido encontrar un gran balance entre norma y disparate, entre clasicismo e irreverencia, entre el orden y el caos.
Si bien algunas lo están utilizando en colecciones, colaboraciones y campañas concretas, otras han apostado por un “restyling” completo de sus marcas.
Veremos si en el futuro ambas tendencias se fusionan o si finalmente el minimalismo queda atrás para dar paso a una nueva era: el diseño del caos.
Equipo de Diseño, Logic Design Barcelona.